Hace años, cuando no había celular ni correo electrónico y los costos de las llamadas telefónicas de larga distancia eran excesivos, usábamos el telégrafo para enviar un mensaje de manera rápida. El costo del mensaje dependía del número de palabras: a mayor número de palabras, mayor gasto, por lo que el ahorro de palabras y dinero permitía un buen ejercicio mental: se decían las cosas concretas, pero esta simpleza hacía el mensaje cortante y frío, a diferencia de una carta en la que el remitente hacía gala de sus dotes de redacción y cultura (¿recuerdan?).
Transformación o deformación
Los tiempos de esas cartas ricas en formas y los mensajes claros, precisos en un mínimo de palabras están en extinción, sin embargo la transmisión de mensajes escritos persiste en nuestros días a través del correo electrónico, el chat y el celular, estos servicios electrónicos facilitan la comunicación y permite a los usuarios enviar mensajes de manera pronta. Empero, la escritura ha sufrido una transformación (o tal vez deformación) sorprendente. En lugar de reducir el número de palabras, la palabra misma es reducida. Muestra de este ejemplo son los siguientes ejemplos: “hey!! Tzz zi thu!! no manchz staba indagando n miz qatz y t miro uy no!! n klac noz miraremz no??” y..””weno qidat y portat mui mall!!”.
Más que un signo
El problema no está en la comprensión del contenido del texto, sino en el contenido y función de las palabras. Nuestro español, a diferencia de algunos otros idiomas, como el chino o japonés, tienen correlación entre la
escritura y los sonidos vocales y guturales, así por ejemplo, la “u” tiene relación con la forma que adquiere la boca para emitir un sonido, y la “s” adquiere su sonido con la unión de la lengua y el paladar. Las palabras pues son mas allá de ser un mero signo que puedan ser trastocadas, modificadas e incluso deformadas; contienen ideas, imágenes, representaciones culturales e históricas; están relacionadas con los sonidos que emitimos al articular la boca y nos permiten expresar nuestros pensamientos de manera clara y precisa.
En suma, no da lo mismo escribir : “l lbtad d xpzion ez l drcho umno” o que tal así: “l4ll63r74d d 3xpr3510n 35 1 d3r3ch0 um4n0”; o bien “La libertad de expresión es un derecho humano”. Reflexiona si con las nuevas formas está contenido tu pensamiento; si hay similitud entre tu manera de hablar y escribir; si en verdad se entiende lo que dices. A final de cuentas ¿no es eso lo que buscamos cuando hablamos o escribimos?.
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